El Saber Hacer Del Vidriero
Para magnificar la luz de las velas en sus fotóforos de efectos caleidoscópicos, Diptyque ha desarrollado un saber hacer excepcional, trabajando junto con algunas de las fábricas de vidrio más notables en Francia y Europa, como el taller Nivyne, entre otros.
El vidrio borosilicato
Para comprender la historia de la relación entre Diptyque y el vidrio, más específicamente el borosilicato, hay que remontarse a los orígenes. En el barrio de Saint-Germain-Des-Prés existían almacenes de material científico donde se fabricaba material de laboratorio con borosilicato, este material ligero, transparente y brillante como el cristal, pero capaz de resistir temperaturas extremas. Los grandes frascos transparentes seducían a los tres fundadores, cuando paseando sin rumbo por el barrio, los descubrían en aquellos establecimientos, y los llenaban con granos de colores para decorar su tienda con un toque poético. Con el tiempo, el borosilicato superó su funcionalidad para convertirse en material decorativo, y originó el desarrollo de un saber hacer que sería emblemático para la Casa.
El vidrio borosilicato produce efectos dignos del cristal.
Una materia ensalzada por la llama
En la actualidad Diptyque confía la fabricación de sus fotóforos en borosilicato al taller Nivyne, situado en la región de Vendée y...
El fotóforo en espiral, un artículo emblemático
La fabricación de este artículo presenta una singularidad basada en la experta manipulación del maestro vidriero, que imprime una ligera inflexión al movimiento de la caña y a su ritmo de rotación. Imperceptiblemente van apareciendo en el vidrio caliente las curvas envolventes que confieren al fotóforo sus efectos de espejo. Diptyque añade su sello en forma de un hilo de vidrio negro añadido a las volutas, que se dibuja como un trazo de tinta china: un guiño a la caligrafía omnipresente en la estética de la Casa.
Los gestos y cuidados del artesano
Con el cuidado con que se pule una piedra preciosa, el vidrio del fotóforo se alisa pacientemente con el soplete, sirviéndose de diferentes herramientas de vidrio en bruto o de grafito. Antes de pasar el control de calidad, cada objeto pasa por última vez por un horno a 550 grados para estabilizar el borosilicato y acentuar al máximo la transparencia del material, de modo que potencie la belleza de la cera y transforme la llama perfumada de las velas en miles de reflejos danzarines.
Un saber hacer artesanal cuyas etapas de fabricación se realizan exclusivamente a mano.
El borosilicato es un vidrio muy resistente que difunde sus reflejos de diferentes maneras. Soplado a la llama y a continuación delicadamente modelado por el maestro vidriero, se transforma con la luz creando en las paredes una bella danza de reflejos.